Era uno de los últimos días, de aquéllos en los que
disfrutar de cada detalle se volvió la única práctica.
Desperté por el aroma del cigarro, éste acompañado de sus
risas. También había música. Pero donde estaba yo, había muy poca luz. Luz ámbar,
colores cafés y amarillos teñían la habitación. La llamarada distinta, que entraba por la
puerta entreabierta, venía de donde ellos estaban.
Me levanté, adormilada. Salí de la habitación como si el
cigarro me hubiese hipnotizado y me llevara de la mano hacia algún sitio.
Moreeena! Me saludó Michael, el colombiano de palabras
dulces; me daba los buenos días, mientras ponía la mesa. Y al alzar los ojos,
en la cocina entintada de rojo, estaba ahí Jorge; tan dispuesto, cocinando para
nosotros. Sólo nosotros tres.
Lo recuerdo bien. Haciendo sus chistes. Sirviéndonos a cada
uno, haciendo del momento más ordinario algo tan especial.
Arroz blanco, pan fresco, y por supuesto el mate caliente no
podía faltar. Eso era todo. Pero era lo que entonces me llenó el alma.
No fue como en mi país, el que tanto añoraba entonces. No
estaba toda mi familia a la mesa, no había chilaquiles,
atole, jaleas, ají…
Sin embargo estaba tan feliz. Me di cuenta que ya no
teníamos dinero, ni el desayuno al que quizás estábamos acostumbrados. Pero estábamos
juntos, después de un largo tiempo, comiendo, disfrutando de la
mañana, la compartíamos en la mesa y de alguna forma, de la misma manera nos
despedíamos. Saboreábamos de nuestros minutos. Todo entre nosotros era tan
transparente, sentí tanto amor, tanta veracidad y alegría en aquél momento.
Aunque sabía que ellos se quedaban en la mesa, y yo me iba. Me
sentí muy feliz, realmente feliz.
Algunas veces recuerdo
aquélla mañana. Me señalo que uno puede ser feliz con lo mínimo, bajo esta premisa;
me doy cuenta que entonces se debe aprovechar lo que se tiene. La felicidad como
la que sentí, la magia de compartir, ciertamente; creo que no tiene algún
precio cierto. Eso descubrí
aquélla mañana. Sin duda, uno de
mis recuerdos más valiosos en Mendoza, Argentina. Todos los que alguna vez habían
sido parte de nosotros, ahora se habían ido a emprender otro viaje, o
simplemente volvieron a casa. Quedábamos dos mexicanos y un colombiano esa
mañana, de tantas. Tres compañeros, tres amigos.
M. Días de Abecedario.
Súmate a este divertido juego!!!. Escribe durante 26 días seguidos utilizando cada una de las letras del abecedario.
Entérate mejor en : http://www.caminomundos.com/que-es-dias-de-abecedario/ O súmate a otras dinámicas creativas:
Precioso.... inventaré una nueva palabra porque voy a cansar con mis "preciooosooo posssst" jajjaaj
ResponderEliminarJaja! Gracias Maga, yo entiendo de tus palabras y de tu internet :D
ResponderEliminar