sábado, 24 de noviembre de 2012

Viajar, aquí y allá: un poema para los viajeros.


No es acerca de quiénes somos, sino de quiénes queremos ser, de alguna forma en lo que nos transformamos día a día. En lo que cada persona y lugar con los que estamos en contacto nos construyen en alguna porción. Algunos tan nulos, otros tan importantes.

Sin duda los viajeros nos inspiran, nos hacen recordar la belleza de la vida. La extensión del mundo se hace presente. Los que vienen y los que van. Mi corazón estuvo y estará con ellos.

Porque eso es lo que más me gusta, lo que inmediatamente me hace sonreír. Si esto es pasión entonces es un milagro, no quiero dejar de sentirlo nunca. Soy de todos los lugares del mundo y de ninguno en particular.

Estaré en cada puerta, en cada camino y en cada cielo, si es que así mi corazón sonríe. Si es que así mi alma ruega por sentirse libre.

Viajar aquí y allá sólo para reencontrarme, para sentirme completa, para recoger en cada rincón del mundo la parte que he dejado. Tengo un amante en cada lugar, cada célula de mí, aguarda por encontrarse con su igual en realidades paralelas.

Porque si me quedo quieta muero.

Porque si dibujo en calma, entonces poco vuelo.

Porque si no observo las luces nocturnas de otra ciudad, entonces no descubro nada más.

No es la lengua, ni la presea, es el motivo; es la razón de existir aquí y allá lo que me alimenta. No es mi sangre ni la tuya, sino la nuestra en pares, compartida, dispersa, activa, inquieta.

Aquí y allá es donde deseo estar. En la aventura y en el movimiento. En el aire, en la tierra, en los ojos que aún no he mirado, en las olas que aún no me han abrazado. Aguárdame mi amor, aguárdame cariño. Que apuesto todo por volver a ti, a tus horarios y aromas tan variables, al tiempo tan quieto y disperso con que me alimentas día a día. Aguarda mundo, aguárdame. Estoy aquí. Estoy allá. Contigo pero sin ti, sin ti pero contigo.

Tengo ganas de probarte, de volver a ti y a mi, a esa sensación de no pertenencia y al abrazo total de las distintas culturas. Aguarda que ahí estaré, en cada orilla, en cada mar, en cada bosque, en cada urbe, en cada calle. Hallándome, hallando mi esperanza de vivir.