viernes, 23 de agosto de 2013

V de Valparaíso


Recuerdo cuando decidimos irnos de Santiago a Valparaíso. ¡Qué aguas tan hermosas y brillantes!
Disfrutamos de sus calles empinadas, de sus elevadores que me hacían sentir que vivía en otro tiempo. Como si me trasladasen del futuro en el que vivía, a un pasado auténtico.
Recuerdo las maderas crujir y mis muslos tiritando de dolor por subir semejantes calles una y otra vez.
Las repaso; unas tan elegantes y otras tan semejantes a un escenario perdido de alguna obra de teatro que nunca se llevó a cabo.
íbamos todos juntos, mis compañeros de aquél entonces. El flaco, el moreno, la Mafe, Laura, y Carlos, un colombiano súper simpático que soñaba con conocer el bosque de Chapultepec alguna vez.
Fue entonces que lo supimos, el moreno nunca había visto el mar en vivo. Fue una experiencia muy agradable, fue como mostrarle a un científico de otro tiempo, el futuro de sus proezas que entonces eran llamadas locuras o insignificancias.
Aún recuerdo que lo grabamos tirando de sus tenis color mostaza y poniendo sus pies inmersos en la arena, dando sus primeros pasos. Qué gratificante su risa y su sonrisa.
Esperamos las olas venir a nuestro alcance y mojarnos los pies. Jamás he vuelto a sentir un agua tan helada. Me caló hasta los huesos.
Caminamos y caminamos hasta que el sol ya no fue brillante, hasta que nos sentamos a mirar el ocaso. Sintiendo sus olas golpear las rocas. Aguas coloreándose de tonos dorados y púrpuras. Los barquitos a lo lejos, que nos hacían sentir enormes como gigantes.
En Valpo, como también le dicen; encontré muros pintados de sueños hermosos y coloridas voces. Encontré mundos alternos y brillantinas por doquier.
Hallé la casa de Neruda, uno de mis favoritos. Me saboreé cada uno de sus rincones, desapareciendo a todos los turistas y haciéndome de su hogar un puente en el que sólo él y yo estábamos. Contemplé su escritorio mágico, en el que le imaginé escribiendo en otra fracción de tiempo y sus ventanas redondas; es por ahí que me asomé y encontré un montón de casitas de colores. Confetis cuadrados alrededor de mi.
El mar siempre a lo lejos, diciendo tanto. Mientras reíamos con vino. Mientras un resfriado me golpeó con todo. La frescura que brotaba del océano me había curado, mucho más que las cápsulas de eritromicina. Me había curado contar hasta diez  en francés, en alguna calle con un noruego muy guapo, al que le gustaba mirar Dr. House y le preocupaba que las personas anduvieran merodeando por ahí. Que compartíamos chocolate por la noche y con quien practicaba mi inglés tan básico. Un amante del ron, él, su hermano y nosotros, descubrimos platillos fenomenales en un restorán semejante a la decoración de una jungla.
Esculturas de arena, cubos de vidrio que mostraban las más finas botellas. Calles desiertas, otras repletas. Caro hablándonos de política, dándonos el desayuno cada mañana. Un americano que había encontrado ahí su escondite desde hacía tiempo, y ¿quién no podría? , si es un lugar perfecto para ocultarse y soñar despierto.
Fue una mañana que oí su himno a lo lejos, oí sus aviones tejiendo de colores azul y rojo los cielos. Sentí el estruendo de la voz de Chile. De alguno de sus rincones tan preciosos.
Creo que de allá he traído una piedra, seguro que algún día regresaré para devolverla.

V. Días de Abecedario. 
Súmate a este divertido juego!!!. Escribe durante 26 días seguidos utilizando cada una de las letras del abecedario.
Entérate mejor en : http://www.caminomundos.com/que-es-dias-de-abecedario/
O súmate a otras dinámicas creativas: http://www.caminomundos.com/dinamicas-creativas/

No hay comentarios:

Publicar un comentario