Recuerdo cuando decidimos irnos de Santiago a Valparaíso.
¡Qué aguas tan hermosas y brillantes!
Disfrutamos de sus calles empinadas, de sus elevadores que
me hacían sentir que vivía en otro tiempo. Como si me trasladasen del futuro en
el que vivía, a un pasado auténtico.
Recuerdo las maderas crujir y mis muslos tiritando de dolor
por subir semejantes calles una y otra vez.
Las repaso; unas tan elegantes y otras tan semejantes a un
escenario perdido de alguna obra de teatro que nunca se llevó a cabo.
íbamos todos juntos, mis compañeros de aquél entonces. El
flaco, el moreno, la Mafe, Laura, y Carlos, un colombiano súper simpático que
soñaba con conocer el bosque de Chapultepec alguna vez.
Fue entonces que lo supimos, el moreno nunca había visto el
mar en vivo. Fue una experiencia muy agradable, fue como mostrarle a un
científico de otro tiempo, el futuro de sus proezas que entonces eran llamadas
locuras o insignificancias.
Aún recuerdo que lo grabamos tirando de sus tenis color
mostaza y poniendo sus pies inmersos en la arena, dando sus primeros pasos. Qué
gratificante su risa y su sonrisa.
Esperamos las olas venir a nuestro alcance y mojarnos los
pies. Jamás he vuelto a sentir un agua tan helada. Me caló hasta los huesos.
Caminamos y caminamos hasta que el sol ya no fue brillante,
hasta que nos sentamos a mirar el ocaso. Sintiendo sus olas golpear las rocas.
Aguas coloreándose de tonos dorados y púrpuras. Los barquitos a lo lejos, que
nos hacían sentir enormes como gigantes.
En Valpo, como también le dicen; encontré muros pintados de
sueños hermosos y coloridas voces. Encontré mundos alternos y brillantinas por
doquier.
Hallé la casa de Neruda, uno de mis favoritos. Me saboreé
cada uno de sus rincones, desapareciendo a todos los turistas y haciéndome de
su hogar un puente en el que sólo él y yo estábamos. Contemplé su escritorio
mágico, en el que le imaginé escribiendo en otra fracción de tiempo y sus
ventanas redondas; es por ahí que me asomé y encontré un montón de casitas de
colores. Confetis cuadrados alrededor de mi.
El mar siempre a lo lejos, diciendo tanto. Mientras reíamos
con vino. Mientras un resfriado me golpeó con todo. La frescura que brotaba del
océano me había curado, mucho más que las cápsulas de eritromicina. Me había
curado contar hasta diez en
francés, en alguna calle con un noruego muy guapo, al que le gustaba mirar Dr.
House y le preocupaba que las personas anduvieran merodeando por ahí. Que
compartíamos chocolate por la noche y con quien practicaba mi inglés tan
básico. Un amante del ron, él, su hermano y nosotros, descubrimos platillos
fenomenales en un restorán semejante a la decoración de una jungla.
Esculturas de arena, cubos de vidrio que mostraban las más
finas botellas. Calles desiertas, otras repletas. Caro hablándonos de política,
dándonos el desayuno cada mañana. Un americano que había encontrado ahí su
escondite desde hacía tiempo, y ¿quién no podría? , si es un lugar perfecto
para ocultarse y soñar despierto.
Fue una mañana que oí su himno a lo lejos, oí sus aviones tejiendo
de colores azul y rojo los cielos. Sentí el estruendo de la voz de Chile. De
alguno de sus rincones tan preciosos.
Creo que de allá he traído una piedra, seguro que algún día regresaré para devolverla.
V. Días de Abecedario.
Súmate a este divertido juego!!!. Escribe durante 26 días seguidos utilizando cada una de las letras del abecedario.
Entérate mejor en : http://www.caminomundos.com/que-es-dias-de-abecedario/ O súmate a otras dinámicas creativas:
No hay comentarios:
Publicar un comentario